El recinto

Esta pieza -"la mayor y más noble"- de la biblioteca lleva el nombre de Salón Principal; o bien Salón de Impresos, puesto que en él, por disposición de Fray Sigüenza, se colocaron los libros impresos de autores antiguos, como griegos, latinos y hebreos, con los cantos dorados hacia fuera para lograr una mayor sensación de uniformidad; o bien Salón de los Frescos, debido a las pinturas que adornan el techo y las cornisas.

Las medidas principales de la sala son: 54 m. de largo, 9 m. de ancho y 10 m. de alto. Su planta rectangular tiene como precedente estructural más claro la biblioteca Laurenziana de Miguel Angel, que fue la que configuró un nuevo modelo espacial de librería. Es decir, a las tres naves tradicionales de tipo monacal sucede la idea de una biblioteca compuesta de una sola nave alargada, con ventanas muy bajas que inunden de luz ese gran espacio rectangular.

Está emplazada sobre el vestíbulo de la entrada principal y recibe luz abundante por cinco ventanas y cinco balcones que dan al Patio de los Reyes, y siete ventanas que dan a la Lonja de poniente. El pavimento es de mármoles blancos y oscuros. En medio de la sala se encuentran cinco mesas de mármol pardo con cercos de bronce, colocadas sobre un zócalo, y pilastras también de mármol y jaspe, en las cuales se forman dos plúteos llenos de libros. Hay, además, dos veladores ochavados de pórfido, obra de Bartolomé Zumbigo, regalo de Felipe IV. En el centro se deja un amplio espacio libre para instalar los instrumentos científicos, como esferas armilares, astrolabios y globos terráqueos.

 

Ilustración: Imagen de conjunto del Salón Principal o de los Frescos
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