Composición del fondo bibliográfico impreso

  Es preciso también destacar la riqueza de libros impresos antiguos, especialmente de ediciones de los siglos XV y XVI, de los más prestigiosos talleres tipográficos de toda Europa. Se encuentran en el Salón Principal y parte de ellos en el actual Salón de Manuscritos. El número de volúmenes asciende a unos 40.000.

  El número de incunables, a su vez,  supera los 600. La mayor parte son ediciones latinas, algunas muy estimables, como "De Civitate Dei", de San Agustín, editada  en Roma en 1468; la célebre "Biblia de Valvanera", impresa en fina vitela en Venecia 1478; o el "Comprehensorium" impreso en Valencia el año 1475 y que es el segundo libro impreso en España. Entre los españoles son valiosos por su rareza: "Fábulas de Esopo", editado en Zaragoza en 1489; "Egloga" de Teodolus, Zamora 1492, etc.

  Siguen en valor a los incunables las ediciones de autores españoles y extranjeros del siglo XVI, que ingresaron conjuntamente con las valiosas librerías de los humanistas, aunque la mayoría proceden de adquisiciones reales. Los libros editados en el siglo XVI constituyen el núcleo de la biblioteca de impresos y son los más numerosos y artísticamente los más valiosos. El número de registros bibliográficos de obras impresas del siglo XVI asciende a 10.608.

  Entre las obras impresas más notables del siglo XVI merecen ser citadas las magníficas ediciones de la Políglota de Alcalá y la dirigida por Arias Montano en Amberes en 11 volúmenes, dedicada especialmente a Felipe II,  impresa en vitela. También está hecha en vitela la edición de "Opera omnia" de Sto. Tomás de Aquino, en Roma 1570, en 18 volúmenes.

  De gran belleza es también la edición en fina vitela del "Libro de Horas" hecha en París en 1505 por Thielman Kerver, pues está todo el libro ornamentado con orlas historiadas y tiene las iniciales decoradas a mano. 

  Durante el siglo XVII disminuye la afluencia de obras impresas, a pesar del privilegio otorgado por Felipe III. (Conde Duque de Olivares). El número de registros bibliográficos de obras impresas del siglo XVII  asciende a 2.729.

  En cambio durante el siglo XVIII,  y más concretamente durante el reinado de Carlos III, se incrementa el fondo con libros editados, pues, además de urgir el rey la obligación de enviar todo ejemplar recién impreso a la Biblioteca de El Escorial, donó magníficas ediciones.

 

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